miércoles, 22 de julio de 2009

Los crimenes de los buenos (1ª Parte)

Quién no conoce los supuestos crimenes de los alemanes en la II guerra mundial. Camaras de gas, hornos crematorios, campos de concentración, pastillas de jabón realizadas a partir de personas... todo esto y mucho más es una doctrina a aprender, la cual se repite hasta la saciedad sin poder comprobar la veracidad de estos hechos, ya que quién osa ponerlo en duda e intenta investigar, es juzgado cual criminal.

Pero este articulo no esta realizado para negar o confirmar estos hechos. En futuros artículos abordaremos este curioso tema e intentaremos separar el trigo de la paja, desenmascarando que hay de verdad y mentira en todo esto. En este extenso artículo vamos a hablar de los crimenes perpretados por los santos aliados, crimenes de los cuales no se hablan y son eclipsados, intencionalmente, por los supuestos crimenes de los vencidos.

Va a ser verdad que la historia la escriben los vencedores.


Los campos de concentración de los EEUU

Los campos de concentración en los Estados Unidos alojaron a unas 120.000 personas, en su mayor parte de etnia japonesa, más de la mitad de las cuales eran ciudadanos estadounidenses, en establecimientos diseñados a ese efecto en el interior del país, durante 1942 y 1948.

El objetivo fue trasladarlos desde su residencia habitual, mayoritariamente en la costa oeste, a instalaciones construidas bajo medidas extremas de seguridad; los campos estaban cerrados con alambradas de espino, vigilados por guardias armados, y ubicados en parajes alejados de cualquier centro poblacional. Los intentos de abandono del campo en ocasiones resultaron en el abatimiento de los reclusos.

La acción fue tomada en respuesta al ataque a Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial, donde Estados Unidos se incorporó tardíamente a las Fuerzas Aliadas contra el Eje Roma-Berlín-Tokio, pero fueron mayoritariamente las personas de etnia japonesa que vivían en la costa del Pacífico las que fueron sometidas a este internamiento.

El Teniente General John L. DeWitt, comandante de la Defensa Oeste de los Estados Unidos, fue el encargado de internar a los japoneses étnicos. Aunque DeWitt comandó en la evacuación forzosa, inicialmente expresó su molestia por esta orden a un superior, alegando que:

"Un ciudadano estadounidenses es, después de todo, un ciudadano estadounidense."

A inicios de febrero, Los Angeles Times participó en incrementar la histeria contra los japoneses:

"Una víbora es una víbora, sin importar donde se abra el huevo. De la misma manera, un japonés-estadounidense, nacido de padres japoneses, se convierte en un japonés, no en un estadounidense"

Los japoneses étnicos, unos 110 mil, fueron obligados a vender sus viviendas y negocios en ocho días, aunque en algunas partes este tiempo se rebajó a cuatro días o se elevó a dos semanas. Al enterarse de esta medida, aparecieron compradores hostiles, que compraron las posesiones japonesas a precios muy bajos. En aquellos días, los japoneses étnicos poseían un 0.02% de la tierra cultivable de la Costa Oeste, pero el valor de sus tierras, en promedio, era siete veces superior al del promedio regional. Cuando a un afectado por la medida se le negaron unos días adicionales para recolectar su cosecha, la destruyó. Inmediatamente fue arrestado acusado de sabotaje, este fue el mayor caso de sabotaje japonés reportado en Estados Unidos durante la guerra.

Toda esta gente fue apresada e internada en dichos campos solo por el hecho de pertencer a la raza con la cual EEUU estaba en guerra. ¿Por qué de estos campos de concentración no se habla y de los campos alemanes si?




Las bombas atómicas lanzadas sobre el Japón

El 26 de julio de 1945, el presidente norteamericano Harry Truman lanzó una proclama al pueblo japonés, conocida luego como la Declaración de Potsdam, pidiendo la rendición incondicional del Japón so pena de sufrir una devastadora destrucción aunque sin hacer referencia a la bomba atómica.Según la proclama, Japón sería desposeído de sus conquistas y su soberanía quedaría reducida a las islas niponas.Además los dirigentes militares del Japón serían procesados y condenados restableciéndose la libertad de expresión, de cultos y de pensamientos.

El Japón quedaba sujeto a pagar indemnizaciones, sus ejércitos serían desmantelados y el país tendría que soportar la ocupación aliada.Conociendo la mentalidad de los japoneses, es evidente que Truman buscaba el efecto contrario al que manifestaba públicamente.Los japoneses, humillados en su orgullo, no se rendirían y entonces Truman podría lanzar su anhelada bomba atómica, más como un mensaje intimidatorio hacia Stalin que pensando en la derrota japonesa que ya era casi un hecho.El 29 de julio el premier japonés Suzuki como era previsible rechazó la propuesta de Truman.El 3 de agosto, Truman dio la orden de arrojar las bombas atómicas en Hiroshima, Kokura, Niigata o Nagasaki.El objetivo le era indistinto y la suerte de cientos de miles de almas inocentes parecieron no importarle demasiado.El 6 de agosto despegaba rumbo a Hiroshima la primera formación de bombarderos B-29.Uno de ellos, el Enola Gay, piloteado por el coronel Paul Tibbets, llevaba la bomba atómica; otros dos aviones lo acompañaban en calidad de observadores.Súbitamente apareció sobre el cielo de Hiroshima el resplandor de una luz blanquecina rosada, acompañado de una trepidación monstruosa que fue seguida inmediatamente por un viento abrasador que barría cuanto hallaba a su paso.Las personas quedaban calcinadas por una ola de calor abrazador.Muchas personas murieron en el acto, otras yacían retorciéndose en el suelo, clamando en su agonía por el intolerable dolor de sus quemaduras.Quienes lograron escapar milagrosamente de las quemaduras de la onda expansiva, murieron a los veinte o treinta días como consecuencia de los mortales rayos gamma.Generaciones de japoneses debieron soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad.Unas cien mil personas murieron en el acto y un número no determinado de víctimas se fue sumando con el paso de los días y de los años por los efectos duraderos de la radiactividad.

A pesar de la magnitud del desastre, los japoneses decidieron seguir luchando hasta el final en una prueba de su valor como pueblo guerrero. El 9 de agosto otra bomba, esta vez de plutonio, caía sobre la población de Nagasaki.Los efectos fueron menos devastadores por la topografía del terreno pero 73.000 personas perdieron la vida y 60.000 resultaron heridas
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El bombardeo de Dresde: Un verdadero genocidio

Tres días de locura, horror y muerte. El bombardeo de Dresde no tuvo otro nombre. Un crimen de guerra que desgraciadamente no fue declarado como tal porque los que lo realizaron fueron los supuestos “salvadores del mundo”, los que derrotaron y sacaron a la luz todo el maldito holocausto nazi. Pero para ingleses y norteamericanos, Alemania necesitaba un escarmiento. Poco importaba que la guerra estuviera en sus últimos suspiros; que los rusos prácticamente perfeccionaban el asalto a Berlín después de haber cruzado el Oder, o que incluso los occidentales ya hubieran traspasado el Rhin. Poco importó que Dresde estuviera llena de heridos y refugiados de guerra que huían del horror producido en otras ciudades, y que intentaban llegar como podían a Berlín buscando un último lugar donde esconderse. Poco importó que aquel no fuera un punto estratégico importante en aquellos momentos, ni un obstáculo importante en el avance de las tropas.

Era un escarmiento, y una promesa hecha a Stalin durante la Conferencia de Yalta del 11 de febrero que habían de cumplir ingleses y norteamericanos.

Aquel 13 de Febrero de 1945 se ha quedado para la Historia como el del mayor bombardeo registrado sobre una población civil. La ciudad de Dresde fue practicamente aniquilada. Monumentos, puentes, edificios, casas, calles, nada quedó en pie, sólo ruinas y muerte. 35.000 según los ingleses, 350.000 según los alemanes…

Eran las 22,09 h. del 13 de Febrero cuando las emisoras de radio alemanas cortaron su emisión para transmitir los sonidos de alerta de que se acercaban aviones aliados. Nadie pudo pensar que los 9 “mosquitos” (cazas ingleses) de reconocimiento iban a marcar a Dresde como el gran objetivo. Pero lo hicieron delimitándola con bengalas rojas, e iluminando con otras tantas toda la ciudad para evitar errores de los bombarderos.

245 bombarderos sobrevolaron minutos después la ciudad. La lluvia de bombas fue tal, que el único bombardero derribado lo fue porque le cayó encima una bomba lanzada por otro bombardero que volaba por encima suya. Eran las 22,15 h. y bastaron 15 minutos de intenso bombardeo para dejar la ciudad en ruinas. 524 bombas blockbusters, con capacidad de destrucción cada una de una manzana de calles completa, más 1800 bombas explosivas fueron lanzadas en aquel primer ataque. No intentaron esquivar ningún edificio: lo bombardearon todo, incluido hospitales, asilos y escuelas. La ciudd era un desesperanzador lamento de gritos y sollozos. Pero aún, no quedaron conformes.

Ya no hicieron falta los aviones mosquitos que les marcaran el objetivo en la segunda oleada de aviones. Eran las 1,30 h. de la mañana. La ciudad estaba en llamas. Socorristas, y ayuda médica habían llegado de ciudades cercanas, pero cuando oyeron los ruidos nuevamente de los bombarderos acercándose ya los tenían encima. Esta vez nadie pudo avisarles porque la ciudad estaba sin electricidad. El número de bombarderos se había doblado. En esta ocasión 550 bombarderos británicos Lancaster sobrevolaron Dresden. Y las bombas que llevaron en esta ocasión eran bombas incendiarias destinadas a hacer el mayor daño posible en los edificios. Se lanzaron nada más y nada menos que 650.000 bombas y 15 kilómetros cuadrados de territorios fueron bombardeados. Con este segundo bombardeo, Dresde, una ciudad que históricamente se había hecho famosa por el arte y la cultura que encerraba quedó reducida a cenizas. De este segundo bombardeo, curiosamente, se guarda una proyección en el Imperial War Museum de Londres.

El caos era total. No había agua, ni alimentos, ni medicinas, ni medios suficientes para apagar las llamas de la ciudad, ni atender a los cientos de miles de heridos. Y sin embargo, el horror no había acabado.

A las 12,12 h. del 14 de febrero llegó la tercera oleada de bombarderos que dejó caer otro diluvio de muerte sobre la ciudad. Esta vez fueron 311 bombarderos B-17 de las fuerzas norteamericanas acompañados de cinco cazas. esta vez cayeron sobre la ciudad 1800 bombas explosivas y más de 126.000 bombas incendiarias. Los cazas que los acompañaban se dedicaron a ametrallar a los grupos de supervivientes que como buenamente podían, escapaban de la ciudad.

A las 10,15 h. del día 15 de febrero se desplomó finalmente la Iglesia de Frauenkirche, el símbolo de la ciudad. Pero aún así, aún hubo un último ataque aéreo de menor consistencia esta vez. 211 B17 estadounidenses arrojaron otras 460 bombas incendiarias más.

Aún después de auqellos días, el horror continuó, pues los incendios tardaron varios días en apagarse y los muertos se acumulaban en las calles. A la nube tóxica productos de los vapores de las bombas, el fuego, las cenizas, la falta de aire respirable, se unía el riesgo de enfermedades. El 25 de febrero, 3.865 cuerpos tuvieron que ser incinerados, sin identificar, en la actual plaza del mercado viejo. 25.000 fueron enterrados en el cementerio.

Si queréis ver el antes y el después de esta bellísima ciudad, Dresde, tenéis las imágenes en sobrefotos.com

Un dato más: Arthur Harris, que obtuvo el sobrenombre de "el carnicero", fue el “lúcido” inventor de este tipo de bombardeos: los bombardeos masivos contra poblaciones civiles para menguar la moral del enemigo. Inglaterra le concedió el título de Sir por su enorme “valía”…

Dresde, la conocida como la “Florencia del Elba” por las muestras del Renacimiento y el Barroco que podían verse en sus calles desde la Edad Media, lo había perdido todo.

Cabe destacar que Dresde, al contrario de lo que se dijo en su día, no tenia ninguna relevancia militar. Fue bombardeada por diversos motivos, en los cuales estaba la venganza inglesa de vengar los bombardeos que ellos sufrieron. Este genocidio fue por puro capricho, ya que podía haberse evitado.


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En la segunda parte de este articulo, seguiremos citando más crimenes perpretados por los vencedores, en los cuales citaremos los realizados por la Rusia comunista, teniendo estos una mención especial por la crueldad y alevosía con la que fueron perpetrados. Ya puestos, también citaremos los crimenes que realizaron los "santos" aliados después de la segunda guerra mundial.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, esclarecedor, oportuno y veraz el artículo. Felicitaciones. Atte. Hugo Melgarejo, Argentina.